SALUD MENTAL

'Serenarte' (4x5): Superproductividad y burnout, cuando producir más nos cuesta la salud

En Serenarte, la psicóloga María José Santiago (bloomind_psicologia) y la periodista Marta Fullera analizan la superproductividad y su vínculo con el burnout. Una conversación sobre cómo el exceso de autoexigencia afecta la salud mental y por qué aprender a parar es clave para vivir mejor. No somos máquinas.

Marta Fullera

Madrid |

Vivimos en una cultura que celebra a quienes hacen mucho, a quienes siempre están ocupados, a quienes no paran.

Se les admira por su energía inagotable, su agenda apretada, su capacidad para “estar en todo”. A esta actitud se la llama superproductividad, y aunque puede parecer admirable, es también el primer paso hacia una trampa silenciosa: el burnout.

¿Qué es la superproductividad?

La superproductividad va más allá de ser organizado o eficaz. Es la necesidad constante de optimizar el tiempo, de aprovechar cada minuto del día, de producir sin descanso. Se alimenta de frases como “el tiempo es oro” o “descansar es perder el tiempo”, y muchas veces se disfraza de motivación, cuando en realidad está arraigada en el miedo: a no ser suficiente, a no destacar, a quedarse atrás.

Esta mentalidad puede parecer eficaz en el corto plazo, pero en el fondo, genera una desconexión profunda con las propias necesidades. No se trata de trabajar mucho, sino de hacerlo sin descanso, sin pausa y, sobre todo, sin cuestionarse.

Burnout: el precio de hacer demasiado

Desde la psicología, el síndrome de burnout se describe como un estado de agotamiento físico, emocional y mental causado por un estrés crónico relacionado con el trabajo.

La OMS ya lo reconoce como un fenómeno ocupacional, y sus síntomas son cada vez más comunes: cansancio extremo, dificultad para concentrarse, insomnio, desmotivación, irritabilidad y, en casos más graves, trastornos de ansiedad o depresión. La superproductividad y el burnout están estrechamente ligados. Quienes caen en la trampa de hacer sin parar suelen ignorar las señales de su cuerpo y su mente.

Se saltan comidas, descansos, relaciones sociales y momentos de desconexión porque “no tienen tiempo”. Pero nadie puede rendir al 100% todo el tiempo. Y cuando el cuerpo ya no puede más, se apaga.