LAS CLAVES DE LA BRÚJULA

La Españita de Chapu Apaolaza: "Contradictoria, derrotista, de la mala leche y a la vez ingeniosa"

El colaborador aporta su visión sobre el Festival de Eurovisión y el resultado cosechado por Melody y 'Esa Diva'.

ondacero.es

Madrid |

Mi Españita contradictoria, derrotista, de la mala leche y a la vez ingeniosa, mi Españita odiosa y del age, de condena y celebración, que es la Españita de Eurovisión. En mi Españita nos ponemos de acuerdo televisivamente en ver el discurso del Rey, los encierros de San Fermín y Eurovisión.

Quedamos, antepenúltimos, y es un buen puesto por varias razones. Primero, porque no quedar bien entre semejante colección de friquis es un signo de que uno es un artista razonable. Melody, que es de Dos Hermanas, como Los del Río, como el mitin de Sánchez-, estuvo bien, cantó bien, sombrero cordobés, esas dos cachas, madre mía. Me decepcionó un poco cuando hizo el helicóptero que yo no sabía lo que era, pensaba que era cosa de cochinada. Esperaba más. Después nos dieron poco televoto, y del mitin de Sánchez pasamos al de Melody, pero yo le mando un abrazo y mis honores por el gorila y porque le ganaron una gente tan 'nerdie' y tan chunga que yo le digo: "Melody, ahora sí que eres una diva".

Puedo decir que quedo cerca de la historia de los Del Río porque un día cenando en el Alhambra de Pamplona, mi mesa cantaba la Macarena sin parar y cuando pregunté por qué, en la nebulosa, me dijeron que estaban Los del Río. Todo el restaurante Dale a tu cuerpo alegría Macarena, hicimos una conga a la salida con ellos y yo les dije: "Tenéis que versionarla", y mira dónde han llegado los chavales.

Creo que está bien perder. Primero, porque ya no es un festival de la canción, sino el circo de los monstruos. Miren, la mujer barbuda, el hombre elefante… Ellos piensan que es el festival de la inclusión, pero en casa mi Españita grita desde el salón: "Ven Fernanda, se parece que va vestido como una cucaracha el letón". La gente se ríe de ellos, pero no lo saben.

Cuanto peor es la canción, mejor. Una vez mandamos al chiquilicuatre y parecía en serio. De verdad que el engaño del eurofán es que se monta como inclusivo un espectáculo en el que la gran mayoría de los espectadores lo ven para reírse de los artistas. Y más frikis son, más se ríen de ellos. Es como la cena de los idiotas en festival de la canción. Como en mi colegio mayor hicieron decano a uno que era tartaja, par que fuera él el que diera el discurso de la graduación. No hay que ser cabrón.

La estrategia de la geopolítica tenía gracia cuando decían que los alemanes no votaban a los austriacos, o era al revés, pero ahora hay siempre unas reivindicaciones que yo no entiendo. El año pasado hacíamos una exaltación de la zorra, me veía diciéndole a mi hija: "Mira, niña, es que hay que ser una zorra"; Rigoberta Bandini blandía las tetas, parecía que te iba a dar con ellas como un policía a caballo.

Y con eso tirábamos un par de semanas hablando en mi Españita. Este año hemos votado a Israel, que ha sido un televoto para joder. A mí no me parecía mal que cantara en un festival de música una chica que intentaron matar los terroristas en un festival de música, pero no me quiero extender sobre ese tema, porque después tenéis tertulia.

Ahora el televoto no vale porque ha ganado la israelí, pero recuerdo que lo querían quitar cuando se lo dieron a Chanel terreros, quieto, ahí. En todo casi, si te fijas, la polémica contra la cantante de Eurovisión llegó con Chanel que fue la que ganó.

Hay dos razones para celebrar el mal resultado. La primera es la que nos distingue del cutrerío. Pero además de ser una digna medalla, entronca con nuestro malditismo y reconforta, pues, pulsa las fibras más profundas de nuestra vergüenza y el autoodio que explica buena parte de nuestra forma de ser autodestructiva. Es una suerte que no nos podamos votar por nosotros mismos porque, si pudiéramos, Mi Españita votaría contra España.