Y empiezo por la primera convocatoria a la que acudí, ya que, a petición de mi amigo, el periodista Rafa Rojas, fui a Alcorcón, al Centro Cultural Margarita Burón a formar parte del jurado para elegir los ganadores del V Certamen Alcorcón Cultura Gastronómica en el que han participado más de 50 restaurantes de la ciudad alcorconera, quedando 30 como finalistas, de los cuales tuve que probar sus 30 creaciones, junto al resto del jurado formado por Fernando Moreno, chef del restaurante Haranita en la calle Víctor Hugo y Pepa García, directora de la revista digital de viajes Etheria. Durante 2 horas estuvimos catando y valorando todos los platos propuestos, y lo que sin duda me ha quedado claro, es la variedad y diversidad de restaurantes de calidad que hay en Alcorcón. En la Categoría “Cocina Innovación”, le otorgamos el primer premio a Kauna Lounge, restaurante de cocina fusión asiática y española, que ganó con un Ceviche de carabinero. En la Categoría “Cocina Tradicional”, el primer premio fue para Muriel, un bar con auténtica esencia hondureña y un toque español, que ganaron con el Torrezno Muriel. En cuanto a la Categoría Postre, el primer premio “Tradicional” fue para Taberna Ventura, donde sirven desde desayunos a cenas y postres buenísimos, como la ganadora Torrija Ventura. El premio al postre “Innovación” fue para Chez Michel, restaurante de cocina libanesa que ganó con un Viral de Chocolate Chezmichel.
Y tras terminar de probar, deliberar y entregar los premios, me fui al Palacio de Cibeles donde se estaba celebrando la IX Edición de los Premios de Gastronomía de la Comunidad de Madrid, organizada por la Academia Madrileña de Gastronomía. La misión de estos premios es poner en valor la excelencia de la restauración madrileña y de los profesionales que la hacen posible a través de las 11 distinciones que se concedieron. La categoría de mejor Restaurante fue a parar a Pabú, con su cocina de microtemporada que cambia a diario al ritmo del producto fresco de temporada que le llega. El restaurante Casa de Comidas fue para Barrera, una joya escondida en la calle Alonso Cano de cocina tradicional española. La distinción al Sumiller fue para Miguel Laredo de Taberna Laredo, al frente de una magnífica bodega desde hace más de 30 años. El de Repostería fue para La Pajarita, una bombonería con más de 170 años de historia. También hay cabida para los Puestos de Mercado, ganándolo este año Ernesto Prieto, una pescadería emblemática desde hace 60 años, ubicada en el Mercado de Chamartín. En cuanto a la Cocina Internacional, Lana ha sido el galardonado, un restaurante argentino de carne a la parrilla que ofrece una experiencia con las brasas como protagonistas. El premio al mejor Bar/Taberna se lo ha llevado mi querido Miguel Ángel Jimenez de La Catapa, en la calle Menorca, que tiene una de las mejores barras de Madrid. De Vinos y Licores, otro referente en el tema, La Canibal, que no deja indiferente con su carta de vinos naturales y cervezas artesanas. También hay cabida entre sus categorías al Producto de Madrid, que se lo ha llevado Anís de Chinchón, un licor tan tan castizo elaborado en exclusiva en este municipio del sureste de la comunidad. El premio al Proyecto Empresarial ha sido para Grupo Triciclo, un grupo que desde que abrieron en 2013 no ha parado de crecer. Y por último, pero no menos importante, sino muy emotivo, el Reconocimiento a Toda una Vida, para Pedro Guiñales de Casa Pedro, un hostelero que representa a la séptima generación de una saga familiar que lleva desde 1702 con el mismo espíritu de casa de comidas. Enhorabuena a Rogelio Enriquez, presidente de la Academia Madrileña de Gastronomía por la gran labor que estás haciendo.
Y después de esta cantidad de reconocimientos, la verdad es que me dan ganas de brindar por el talento y el buen hacer de tantos hosteleros, y lo voy a hacer con un vino que probé el otro día, que está de aniversario, y que además está riquísimo. Esta vez me voy a ir a Galicia, porque hay una pequeña bodega, Santiago Ruiz, que ha sacado su vino blanco Santiago Ruiz 40 vendimias, desde 1984 que realizaron la primera. Es un coupage de las variedades emblemáticas de O Rosal, en Pontevedra: albariño, godello, treixadura, Loureiro y caiño blanco, dando como resultado una referencia fresca, floral y muy agradable de beber. Es el vino que soñó su fundador, y como ellos dicen “es el mejor blanco posible para acompañar los momentos felices de nuestras vidas”. La etiqueta con una bonita historia detrás, es el mapa dibujado para la boda de su hija, y además, tiene una muy buena relación calidad precio, cuesta 14,95 €.